Medellín es el tercer destino preferido por
turistas extranjeros, después de Bogotá y Cartagena. Sin embargo, aún la
acechan la droga y la prostitución. ¿En qué se ha avanzado y cómo se lucha
contra este par de delitos? Por Juan Diego Posada Posada - jdposadap@hotmail.com
Durante las convulsas décadas de 1980 y
1990, cuando el narcotráfico era la detestable carta de presentación de los
colombianos al mundo, resultaba casi imposible pensar en tours o recorridos
turísticos por calles de Medellín —esa ciudad peligrosa, miedosa, violenta—.
Colombia era un campo de batalla en el que la guerra entre poderes se llevaba
la vida de muchos compatriotas a diario.
Hoy, la realidad dista mucho de aquellas
décadas. Basta con utilizar los medios de transporte público o pasar por
diferentes esquinas de la ciudad para encontrarse con caras y acentos
distintos, con extranjeros de muchas nacionalidades, explorando la ciudad de la
que tanto se habló hace años y que ahora, a sus ojos, luce tan distinta a la
Medellín de las noticias sobre Pablo Escobar y su cartel.
Casi como una predicción de la caída del
capo, el gobierno colombiano y los sectores privados de la industria, entre
1992 y 1993, contrataron a la firma Monitor Company para realizar un estudio
sobre la competitividad y el desarrollo industrial en el país. Ese
informe arrojó como resultado, en uno de sus puntos, la necesidad de
incentivar la competencia turística en varias ciudades de Colombia, entre
ellas, Medellín. Los resultados de la investigación fueron tenidos en cuenta
por los sectores antioqueños y, desde entonces, la ciudad ha sido perfilada
para crecer como un centro internacional de negocios.
Escobar caería el 2 de diciembre de 1993 y
su muerte sería la oportunidad perfecta para comenzar otra vez.
Un destino en crecimiento
Según cifras de Migración Colombia, 212.275
extranjeros se registraron durante 2015 en la entrada del aeropuerto José María
Córdoba, la mayoría provenientes de destinos como Miami, Fort Laudardale, Nueva
York, Los Ángeles, Madrid, México y Barcelona.
En total, el país recibió 2’288.342
extranjeros el año pasado, un 16 por ciento más que el año inmediatamente
anterior, 2014, que registró la entrada de 1’967.814. De los dos millones de
personas que entraron al país, el 84,1 por ciento llegaron por turismo y el 15.9
por ciento por otros motivos. Estados Unidos sigue siendo el país que más
extranjeros aporta, con 428.927 visitantes en el 2015.
Antioquia es el departamento que más
crecimiento reporta en entrada de extranjeros, con un 38 por ciento, y es el
tercer destino de llegada en el país, tan solo superado por Bolívar, con
Cartagena, y Bogotá como destino principal y punto de conexiones.
Aunque no existe una clasificación
específica del tipo de viajero que llega a Medellín, se puede hablar de dos
grandes grupos con subdivisiones: el “backpacker” o “mochilero” y el turista de
negocios o turista M.I.C.E (Meeting,
Incentives, Conferences, Exhibitions). Según esta clasificación, la primera
opción de estadía de los viajeros son los hostales, seguida de los hoteles.
El sector hotelero, sin duda, es uno de los
más beneficiados y con mayor crecimiento en la ciudad, debido a la llegada
constante de turistas. La proliferación de hostales y hoteles ha estado
concentrada en tres sectores: El Poblado, Laureles-Estadio y el centro.
Según Juliana Cardona, subsecretaria de
Turismo de Medellín, no hay un seguimiento completo de los datos que arroja el
gremio hotelero, pues aunque hay una comunicación constante con la Asociación
Hotelera y Turística de Colombia (Cotelco), se trata más de un asunto de
“voluntad” y no todos los hoteles están asociados o entregan cifras. Además,
Cotelco no tiene un vínculo con los hostales, y por lo tanto no hay cifras de
hostales incluidas: “Apenas se está iniciando ese proceso”, señala la
funcionaria.
Sin embargo, el Sistema de Indicadores
Turísticos de Antioquia (Situr) trabaja con las cifras aportadas por la
Asociación Hotelera. En el caso de Medellín, el promedio de ocupación de
hoteles en 2015 fue del 63.07 por ciento. Específicamente, en las zonas de
mayor crecimiento, el centro tuvo una ocupación de 44.73 por ciento, mientras
que Laureles-Estadio y El Poblado tuvieron un 50.50 por ciento y 71.45 por
ciento de ocupación respectivamente.
Estos tres lugares, los que concentran la
mayoría de extranjeros, se han convertido en puntos importantes para ofrecer
todo tipo de planes turísticos a los “gringos” que vienen a conocer la ciudad.
Desde tours en
bicicleta por algunos barrios, caminatas en el centro, salidas a Guatapé, hasta
el famoso tour de
Pablo Escobar, siendo este último uno de los más buscados. Una fuente anónima
revela que el tour registra aproximadamente seiscientas personas al mes, de las
cuales el 97 por ciento son extranjeros.
Coca y prostitutas
El centro, Laureles y El Poblado también son
foco de delitos como el tráfico de drogas y explotación sexual. A pesar de los
cambios y el paso del tiempo, aún hoy mucha de la fama de los ochenta sigue
vigente. Y no solo la fama, pues si bien las drogas y la prostitución no son
los principales atractivos de la ciudad, sí son parte de la “experiencia”
turística que los locales ofrecen.
Antony, un belga de veintisiete años
hospedado en un hostal de El Poblado, dice que la oferta constante de drogas es
“insoportable” cada vez que lo ven caminando por las calles: “Te ofrecen hasta
diez veces al día”, asegura el mochilero, que ya lleva un mes en Medellín. “Los
tipos de los ‘gum’ [chiclets] son los que te dicen: ‘cocaína, marihuana”.
En
cuanto a la prostitución, Antony dice que aunque es posible identificar a las
prostitutas en el Parque Lleras, ellas no se le han acercado directamente o,
por lo menos, no durante el tiempo que lleva en la ciudad.
Según Daniel, un canadiense de 26 años, un
gramo de cocaína en el sector de El Poblado vale veinte mil pesos, que es el
equivalente a siete dólares estadounidenses o a seis euros. El mismo gramo
podría costarle en su país hasta cien dólares.
La Corporación Zona Rosa, liderada por Luis
Guillermo Orjuela, lleva aproximadamente diez años, con 120 asociados,
trabajando por la seguridad, el mantenimiento y la conservación del Parque
Lleras. Para Orjuela, una de las mayores preocupaciones por el turismo que se
hace en Medellín es que “nunca nos preguntamos qué tipo de turistas llegaban a
la ciudad y qué impacto iban a tener”.
El director ejecutivo explica que aunque el
objetivo de la Corporación es promover el turismo en la zona, de una forma
sana, distinta, nunca hubo un plan desde la administración municipal. “Los
errores los estamos pagando hoy: el problema del turismo sexual, el tema de
drogas, bandas organizadas con trata de blancas, explotación infantil. Cuando
fijas unas metas, también tienes que ver los efectos”, agrega.
Por su parte, los hostales del sector no han
sido ajenos a la situación. El Hostal Casa Kiwi, por ejemplo, no permite el uso
de drogas en las zonas comunes y tiene un control estricto de entrada para los
usuarios. Carolina Fierro, administradora del hostal, explica que “no se
permite en las áreas comunes que se consuman drogas por respeto a los otros”,
pero no puede haber control de puertas hacia afuera. “A las doce de la noche,
además, no pueden entrar otras personas diferentes a las que tienen la manilla
que les damos acá”, asegura. En caso de que otra persona quiera entrar, debe
pagar como un usuario normal y registrarse con sus datos.
Entre otras cosas, el hostal, frecuentado
por europeos en su mayoría, tiene en su página web un espacio en el que explica
por qué no deben consumirse drogas en la ciudad, apelando a lo que representan
para el conflicto en Medellín.
Aunque el control que se realiza en los
hospedajes y los esfuerzos de la Corporación Zona Rosa han sido iniciativas
individuales, todavía no hay una articulación directa con la Alcaldía. De
hecho, Orjuela presentó sus propuestas a la administración anterior y no hubo
una respuesta de impacto.
También en la Setenta
A dos cuadras del
corredor turístico de la Setenta, el Hostal Medellín, administrado por Claudia
Bustamante, es otro de los lugares más frecuentados por los turistas que se
quedan en la zona. Con once años de historia, el hostal ha visto pasar miles de
turistas. Según Claudia, la carrera Setenta no es ajena a las problemáticas por
temas de prostitución y drogas que sectores como el Lleras experimentan a
diario, pero sí es mucho más “tranquilo” y “diferente”, pues no tiene a alguien
constantemente ofreciéndoles droga o prostitutas a los extranjeros.
Aunque es una zona
menos vulnerable, el Hostal Medellín tiene las mismas políticas que el Hostal
Casa Kiwi con respecto al consumo de drogas y al ingreso de visitantes en las
instalaciones. Ambas están prohibidas y solo ingresan las personas que estén
registradas.
Para Claudia es
evidente que algunos turistas sí vienen en busca de prostitutas, aunque no sea
una constante. “A veces uno sabe que vienen a buscar mujeres y se van al
Lleras, en su mayoría norteamericanos y europeos. Además de las drogas, que son
más baratas”, explica. Incluso, a ella le han ofrecido “comisiones” para que
permita el “turismo sexual” o el ofrecimiento de prostitutas a sus huéspedes.
La relación directa con
sus usuarios y los años de experiencia en el campo del turismo, le han
permitido a la administradora del Hostal Medellín sacar conclusiones: según
Claudia, un setenta por ciento de los hombres norteamericanos buscan mujeres,
mientras que el treinta por ciento restante quiere explorar la ciudad.
Aun así, y como parte
de las políticas del hostal, Claudia “evita dar esa información” en aras de
proponer el verdadero turismo al que la ciudad debe apuntarle.
Frenar la problemática
La Subsecretaría de
Turismo no es ajena a la problemática. “Nuestra misión es hacer los lugares del
turista de calidad. Pero no se puede desconocer los temas que hay alrededor”,
asegura la subsecretaria Cardona.
En primera instancia,
la funcionaria aclara que no debe llamarse “turismo sexual”, pues no es algo
que se esté promoviendo desde ningún lugar de la administración y menos desde
otra entidad. Según Cardona, desde la oficialidad se les apuesta a dos
proyectos actualmente: No Permito y Tus
Acciones Cuentan.
Medellín No Permito es un proyecto que viene desde la alcaldía pasada, impulsado en
compañía de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc). Se trata
de una campaña en la que líderes de opinión invitan a la denuncia de delitos
como la explotación sexual de niños y adolescentes.
Por otro lado, el
programa Tus Acciones Cuentan, igualmente impulsado por la Unodc, la
Organización Mundial de Turismo (OMT) y la Unesco, busca sensibilizar al
turista sobre la trata de personas y el tráfico ilícito de drogas y animales
silvestres.
Desde la Subsecretaría
es claro que Medellín es uno de los destinos más importantes del país y que esa
ha sido una apuesta misma de sus administraciones, pero hace falta mucho
trabajo en el tema de cultura ciudadana: “Si bien estos temas deben ser
canalizados en instituciones como Cotelco, hay que incentivar la denuncia y
queremos que todos actuemos”, asegura Cardona.
Recientemente, otro de
los temas que ha generado malestar en ciertas partes de la ciudad es la
parahotelería, un fenómeno que consiste en alquilar apartamentos en zonas
residenciales donde los extranjeros vienen a pasar largos periodos
vacacionales. Aunque no se constituye como un delito, la Subsecretaría también
invita a la denuncia de estos hechos para poder llevar un control y registro.
Otra entidad importante
en este tema es la Policía de Turismo de Medellín, que tiene como función
orientar a visitantes nacionales y extranjeros en los principales lugares
turísticos de la ciudad. Los uniformados hacen presencia en los lugares de
mayor flujo de turistas, específicamente en el Parque Lleras, el corredor
turístico de la Setenta y la Plaza Botero, y apoyan a la Subsecretaría de
Turismo implementando programas de concientización del turista.
Programas como Contigo Turismo Seguro y Quiero
Mi Ciudad buscan incentivar
el sentido de pertenencia en los ciudadanos para replicarlo en las personas que
llegan y, al igual que los otros programas, denunciar los delitos comunes.
María Selmery Giraldo,
jefe de la Policía de Turismo en el Área Metropolitana, señala que, con
respecto a la explotación sexual, la edad de las víctimas ha representado un
problema. “A partir de los catorce años hay libertad sexual; si no hay una
denuncia de las víctimas, no hay mucho”, indica Giraldo. Agrega que desde la
Policía “se hacen campañas con entidades públicas y privadas para sensibilizar
al turista y explicar los riesgos de cometer delitos en el país, que pueden ser
hasta de treinta años de cárcel”.
Actualmente esta unidad
cuenta con cuarenta uniformados desplegados por varias partes de la ciudad y su
sede central se encuentra en el Cerro Nutibara, otro de los puntos donde los
extranjeros acuden con mayor frecuencia.
Son muchos los actores
interesados, pues, en enfocar un turismo serio en la ciudad y no ese viejo
estereotipo de una Medellín donde las drogas y la prostitución son de fácil
acceso y, peor aun, permitidas. Sin embargo, es evidente, también, que a pesar
de los esfuerzos individuales, hay una desconexión entre las instituciones que
no ha permitido la resolución de muchas de las problemáticas.
A cuatro meses de la
posesión de la nueva administración, la Subsecretaría de Turismo está diseñando
sus planes de acción con respecto al turismo en la ciudad. Incluso, aún no hay
un presupuesto aprobado para dichos planes.
No deja de ser curioso,
en todo caso, que las mismas drogas que un día persiguieron a Medellín, hoy la
mantengan tan atractiva, ¿no?