Después de diez años de investigación, Elkin Martínez, profesor de la Facultad Nacional de Salud Pública de la UdeA, encontró un aumento exponencial en muertes por causas respiratorias en Medellín. Asegura que la causa está en el aire. Por Laura Cardona laulccp@gmail.com
La respiración es sinónimo de vida para el ser humano, pero en un ambiente contaminado la aspiración traerá toxinas al cuerpo: creará irritación, inflamación y obstrucción en los pulmones. En un mal escenario, las células de los bronquios se deformarán hasta crear un tumor. El proceso puede durar diez, quince, veinte o 35 años y ocurrirá sin causar daño en la persona. En cuanto reacciona, el cuerpo extraño, que puede ser del tamaño de un grano de maíz, producirá tos, malestar y pérdida de color. Y, cuando el médico reciba el caso, sabrá que la vida de su paciente llegará a su fin, más temprano que tarde.
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Hace diez años, el Área Metropolitana pidió a la Facultad Nacional de Salud Pública buscar si había consecuencias de la contaminación de Medellín en la salud. Elkin Martínez, médico, salubrista, fisiólogo y epidemiólogo, decidió ponerse al frente. Por esa época se repartían folletos del Área Metropolitana que afirmaban:
“Todas las estaciones [monitores de aire] se encuentran en una categoría atmosférica entre buena y aceptable; en el cien por ciento de los datos, según esta categorización atmosférica se puede concluir que el Valle de Aburrá no tiene problemas serios por contaminación de aire por partículas sólidas suspendidas totales”.
El primer estudio de Martínez examinó a quinientas personas que vivían en Medellín y a quinientas más que vivían en el Valle de San Nicolás. La prueba, llamada Espirometría, demostró que las personas de Medellín tenían reducida su capacidad respiratoria en un cinco, diez y hasta quince por ciento.
Su última investigación analizó las muertes por causas respiratorias en Medellín desde 1980, comparadas con las demás ciudades de Colombia. El resultado ha hecho que se declare a la ciudad en epidemia: “Una epidemia lenta que cursa frente a nuestros ojos, a la par con las emanaciones tóxicas que emiten los vehículos automotores y las industrias”, dice en su artículo “¿Cuánto cuesta en vidas humanas la contaminación del aire?”.
Usa la palabra epidemia, debido al crecimiento exponencial de las muertes por enfermedades respiratorias crónicas en Medellín. La muerte por Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) ha aumentado en un seiscientos por ciento en Medellín desde 1980. La EPOC dificulta la respiración progresivamente, hasta llevar a la persona a vivir con oxígeno y, aun así, morir ahogada. En el caso del cáncer de pulmón, el aumento es de un quinientos por ciento.
¿De dónde provienen las toxinas que generan estas enfermedades? El tabaquismo en Medellín ha disminuido de un treinta a un doce por ciento desde 1980 y los fogones de leña o carbón vegetal están casi extintos en los hogares medellinenses. En cambio, el crecimiento de los vehículos ha sido exponencial: en el 2000 había trescientos mil y para 2015 la cifra era de 1’347.736 carros. Pero no todos contaminan en igual proporción.
Para cambiar el panorama de salud en Medellín, que muestra anualmente 1.500 muertes por enfermedades cardiovasculares (relacionadas con gases tóxicos), mil por EPOC y quinientas por cáncer de pulmón, el investigador propone intervenir esos camiones, buses y volquetas en mal estado mecánico, que consumen diésel de mala calidad y que tienen viejos sistemas de combustión, porque “ellos, el cuatro por ciento de los vehículos de la ciudad, causan el 95 por ciento de la contaminación en Medellín”.
Contaminación del aire: ¿asesino silencioso en Medellín?