ANTIOQUIA, MUCHO TILÍN, TILÍN

Alerta roja en Medellín por contaminación del aire MEDELLIN: Un DESASTRE ANUNCIADO. Olga Lucia Álvarez Benjumea    Durante décadas se nos ha enseñado el espíritu antioqueño como modelo a seguir para alcanzar el desarrollo. Empresarios paisas se muestran en todos los foros en los que documentan con cifras sólidas el avance de su éxito y de su departamento.      La ecuación: trabajo paisa es igual a eficiencia y éxito, es casi una verdad revelada. En donde quiera que se vaya en Colombia encontramos un antioqueño con un restaurante,  una actividad comercial dinámica y una clientela cautivada por su cortesía y habilidad asombrosas.    También los encontramos en los cargos públicos de alto calado y en los escaños superiores del sistema judicial. No es raro verlos en el deporte, en la literatura y por supuesto en la cátedra universitaria con magníficos resultados.    Sin embargo, en cuanto tratamos el punto de la administración pública, toda la eficiencia que muestran en el campo privado individualista, parece no tener replica cuando se aborda el tema específico de los problemas sociales esenciales.      En materia de pobreza, por ejemplo, la misma gobernación de Antioquia admitió, en un informe de 2014, que más del 30% de su población en los municipios alejados de Medellín vive en niveles de pobreza inaceptables.     En nutrición infantil, por ejemplo, los indicadores son solo un poco superiores a los de los niños wayúu en La Guajira.    En los tugurios de Medellín, por ejemplo, el desempleo, la baja escolaridad, la falta de oportunidades y la violencia, son muy similares, incluso superiores, a las que presentan las pandillas de maras en Centroamérica.     En materia de educación, por ejemplo, la realidad obliga a pensar que solo las zonas de lo que llamamos Medellín y su área metropolitana, fueron beneficiadas con eficiencia en el programa de pomposo nombre: Antioquia,   la más educada. Y esto lo corrobora cualquier medición rigurosa que se adelante  entre las poblaciones paisas asentadas en la orilla del río Magdalena o en las regiones mineras del nordeste antioqueño.      Esta realidad inocultable se hace más patética cuando se revisan las estadísticas en las poblaciones del departamento de Antioquia, compuestas mayoritariamente por afrodescendientes, indígenas y los llamados chilapos, asentadas  en las orillas del río Atrato y Urabá.    En estas, como sino fatal, el modo en que viven los habitantes no permite encontrar diferencia de ninguna naturaleza a las criticadas negligencias administrativas y de atención pública que se encuentran en las poblaciones chocoanas del mismo río Atrato o en los pueblos bananeros de Urabá.    La miseria, reflejada en viviendas indignas, fragilidad ante fenómenos naturales, baja cobertura e inexistente infraestructura en salud y la desnutrición infantil, solo por citar algunos de los muchos problemas sociales, presenta total semejanza con las poblaciones administradas por el Chocó.        Sin embargo, y fieles al espíritu de colonos que caracteriza a los paisas, las oficinas de registro catastral, con sede en Medellín, se han ocupado, esta vez, con eficiencia privada, en la asignación y posterior legalización de la propiedad de vastas zonas de terreno para ponerlas en cabeza de antioqueños sin arraigo de ninguna naturaleza en las zonas colonizadas.    Gracias a los recaudos tributarios que no les corresponden, pero obtienen en esta estrategia utilitarista y avivata, presentan indicadores de atención de la población que aparentan beneficios sociales que no se ven reflejados en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población de raza negra, o en el desarrollo y progreso de los habitantes originarios de la tierra conquistada.    Así las cosas, puede asegurarse que en materia de atención pública a muchas de las regiones de su propio departamento, Medellín y Antioquia es mucho tilín tilín … ANTIOQUIA, MUCHO TILÍN, TILÍN

FEDERICO GUTIÉRREZ DEBE REVISAR CONTRATO CON RENTING COLOMBIA