Por Sergio Castrillón. Es imposible para cualquier habitante del Valle de Aburrá decir que el río
Medellín no está contaminado. Y es que aunque parezca increíble, todas las
descargas al sistema de alcantarillado van a dar al río. Está situación hace
necesaria una estrategia para que los desechos expulsados desde viviendas,
comercios e industrias no sigan causando un daño ambiental y salubre a los
pobladores. Sin embargo, es evidente que el aumento de la población y la
constante llegada de residuos peligrosos al afluente dificultan estas laborales
y cada vez más nos alejamos más del eje principal de desarrollo urbanístico de
la región.
Para lograr que los más de 3,5 millones de habitantes del valle retomen
el río como un lugar para el encuentro y la recreación, y no como un canal para
arrojar residuos, se desarrolla actualmente Parques del Río. El mega proyecto
planea implicar el afluente en las dinámicas de la ciudadanía. De forma
paralela, se avanza en el proceso de saneamiento y descontaminación del cauce y
sus quebradas tributarias.
Respecto a la descontaminación, el ingeniero civil Luis Gonzalo Mejía,
especialista en estructuras de la Universidad de Karlsruhe, en Alemania,
dice que este proceso necesita de tres componentes. “El río se puede
descontaminar a partir del trabajo de las plantas de tratamiento de aguas
residuales, las obras que se hagan para que dichas aguas lleguen primero a las
plantas y no directamente al río y la reeducación de la población del área
metropolitana. Es que son tres cosas y ninguna puede faltar, porque si se hacen
las plantas y la infraestructura sanitaria, pero no hay cultura ciudadana, no
se mejora la situación actual”.
En cuanto al primer componente que señala Mejía, el Valle de Aburrá
cuenta con la planta de tratamiento de aguas residuales (Ptar) San Fernando,
ubicada en el municipio de Itagüí, la cual descontamina en un 85 por ciento las
aguas residuales de los municipios del sur de la subregión antioqueña con
excepción de Caldas y el corregimiento La Tablaza perteneciente a La Estrella.
Esta infraestructura trata en total el 20 por ciento del agua residual
del área metropolitana y, junto a una red de tuberías de gran diámetro
llamadas interceptores, la descarga a la altura del barrio Moravia, en
Medellín. Al mismo sitio van a dar también los residuos del alcantarillado de
la capital de Antioquia.
Gracias a que las aguas residuales de Medellín son vertidas directamente
al río, la zona se convierte en uno de los puntos más críticos en cuanto a
contaminación ambiental. Con el ánimo de mejorar la salubridad y tratar el 80
por ciento de los residuos líquidos del Valle de Aburrá se construye la Ptar
Bello que triplicará las labores de la planta San Fernando.
Bello no lleguen
directamente al río sino a la nueva instalación de tratamiento de 45 hectáreas
que costará 347.3 millones de dólares y que actualmente es construida por el
consorcio Aguas de Aburrá HHA integrado por las firmas coreanas Hyundai
Engineering and Construction Co. Ltd. (45 por ciento de la obra), Hyundai
Engineering Co. Ltd. (20 por ciento), y por la española Acciona Agua (35 por
ciento), dicha obra genera 1.200 empleos y cuando entre en fase de operación
150.
Raúl Cardona, ingeniero sanitario de la Subdirección Ambiental del Área
Metropolitana del Valle de Aburrá, entidad político administrativa que funge
como autoridad ambiental para los nueve municipios que la conforman, dice que
la Ptar Bello entrará en funcionamiento entre marzo y abril de 2016 y su puesta
a punto puede tardar entre ocho meses y un año.
Ante estos avances se suele pensar que el trabajo de recuperación del
afluente no tomara mucho tiempo, pero para el químico Ricardo Torres, post
doctor en potabilización de aguas de la Universidad de Toronto y líder del
Grupo de Investigación en Remediación Ambiental y Biocatálisis de la
Universidad de Antioquia, aún falta mucho, pues se descuida la contaminación
emergente y el hecho de que las aguas residuales no son el único contaminante
del río Aburrá – Medellín.
“Aunque las plantas van a remover compuestos orgánicos yo me permito
dudar de su eficiencia porque estoy casi seguro que utilizan un método
tradicional (…) En Suiza y Canadá están muy preocupados ahora por mejorar estos
procesos porque muchos de estos no están siendo removidos de las aguas
residuales”, comenta Torres, quien dice que a este grupo de contaminantes
pertenecen algunos desechos hospitalarios, los antibióticos y potenciales
agentes mutágenos o cancerígenos como colorantes de la industria textil y
pesticidas.
Al respecto, Cardona afirma que Área Metropolitana es consciente del
peligro que representa la contaminación emergente y trabaja de la mano con la
academia en investigación. “La Universidad de Antioquia es el operador de la
red de monitoreo de la calidad del agua del río Medellín y sus principales
quebradas afluentes porque la idea no es quedarnos en el ejercicio de
control y vigilancia, sino que tenemos que ir más allá, prepararnos bastante,
investigar y conocer para poder crear normas que busquen mejorar esa situación
en particular”, comenta.
En cuanto a los desechos hospitalarios, Cardona asevera que: “Los
hospitales son usuarios de una alta atención por parte de la autoridad
ambiental, con los residuos líquidos se tiene un seguimiento permanente para
que lo que vayan a descargar a la red de alcantarillado sea lo que la ley
permita y, en caso de que se logre detectar algo no permitido, se exige que
instalen dispositivos de control”.
A propósito de legislación ambiental Torres comenta que este es uno de
los principales problemas por los cuales la contaminación emergente va en
aumento. “La ley esta priorizada a ‘remueva tanto de materia orgánica’ y eso no
se puede hacer así porque fácilmente se puede dejar lo problemático. En otros
países ya hay normas más precisas y detalladas para remover los compuestos, que
se sabe, son peligrosos”.
El pasado 18 de marzo el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
presentó la Norma de
Vertimientos Puntuales a Cuerpos de Aguas Superficiales y a los Sistemas
de Alcantarillado Público con
el fin de aportar a la recuperación de los recursos hídricos del país y
garantizar un control efectivo de los vertimientos.
No solo
contaminan las aguas residuales
El río Aburrá – Medellín no se ve afectado solamente por las aguas
residuales urbanas. El vertimiento de sustancias a las quebradas que desembocan
en él, por parte del sector industrial, también es una manera de contaminarlo.
Sin embargo, ciertas descargas directas a las quebradas y no a una red de
alcantarillado son permitidas por el Área Metropolitana.
Cardona explica que son legales porque “esa industria hizo el trámite
ante autoridad ambiental y solo se le otorga licencia de vertimiento después de
un análisis de laboratorio”. Dicha licencia tiene un costo para las empresas y
se le conoce como tasa retributiva, un impuesto que se factura de acuerdo con
la carga que se le va a aportar al cuerpo de agua. “Los recursos obtenidos a
través del impuesto son de destinación especifica, pues solo se pueden invertir
en proyectos que tengan como finalidad la recuperación y preservación del
recurso hídrico”, comenta Cardona.
Pese a la vigilancia de la autoridad ambiental, en ocasiones se
presentan vertimientos ilegales tanto en quebradas como en el propio río. Según
el ingeniero Luis Gonzalo Mejía “la situación tiende a mejorar pero hay que
colaborar con los afluentes, a la industria que contamine se le tiene que poner
multas gigantescas. No hay cosa que ayude más a ordenar una ciudad que las
multas altas”.
El comité de multas de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana
explica que “las sanciones que se han impuesto desde la Autoridad Ambiental,
han sido del orden económico, dentro de las causales se encuentra:
vertimientos de color a cuerpo de agua, incumplimiento de la norma de
vertimientos, no contar con el permiso de vertimientos y conexiones erradas,
que varían entre $6.000.000 y $200.000.000”.
Aunque la cifra suele variar de acuerdo con la irregularidad
cometida, Cardona comenta que también se tiene en cuenta la magnitud del daño
ocasionado que se mide en tres grados: leve, medio y grave. Para el funcionario
esta clasificación de los daños ambientales no es lo suficientemente objetiva,
por lo que se debe analizar cada caso en específico y las características que
este posea, incluyendo si es una persona natural o jurídica para poder iniciar
el proceso sancionatorio.
En cuanto a si los vertimientos legales se han reducido o se incrementan
con la adquisición de los permisos ambientales y el pago de la tasa
retributiva, la Subdirección Ambiental explica que las empresas van por buen
camino. “Aunque desde la Autoridad Ambiental se procura el cumplimiento de la
norma en el tema de aguas residuales, se han adoptado medidas dentro de las
industrias, en relación a la optimización de sus procesos permitiendo la
recirculación de aguas residuales para reducir las descargas”.
El trabajo por la descontaminación del río Aburrá – Medellín no solo se
debe llevar a cabo por parte del sector académico y las entidades públicas, la
ciudadanía juega un rol muy importante en estos procesos porque, según el
ingeniero Mejía, si no se reeduca en materia de medio ambiente no se logra nada
ya que no es secreto que las quebradas tributarias del afluente también se
encuentran contaminadas por residuos sólidos que arroja la comunidad, y que
tarde o temprano van a dar a su cauce. “Tienen que poner muchas más medidas en
los afluentes, es que nada ganamos descontaminando aguas residuales en una
planta si los ciudadanos continúan arrojando desechos a las quebradas que
desembocan en el río. Se necesita un trabajo conjunto de todos los municipios
del Valle de Aburrá”.
Para Cardona, la
autoridad ambiental viene haciendo un esfuerzo importante en materia de
educación ambiental, en torno a la preservación del recurso hídrico desde el punto
de vista de la contaminación, del ahorro y el uso eficiente. Añade que “hay
varios proyectos, uno se hace de manera directa con la comunidad y se llama
Tour Pura Vida, lo que hacemos es ir a diferentes municipios de nuestra
jurisdicción y hacemos limpieza de quebradas y sensibilización para que la
gente no arroje residuos sólidos a las quebradas. Adicionalmente estamos yendo
a los colegios públicos del Valle de Aburrá para trabajar con los alumnos de
noveno, décimo y undécimo sobre el ahorro y uso eficiente del agua.
Sensibilización puerta a puerta en los municipios y tips sobre ahorro y manejo
adecuado de microcuencas cercanas a los hogares desde el micrositio en internet del recurso hídrico”.
Problema
histórico
Cuando vemos postales de grandes ciudades como Londres, París o Moscú
notamos los ríos que las atraviesan. Es posible que pensemos que hay otras
alternativas diferentes a arrojar las aguas residuales a los recursos hídricos,
pero Mejía la tiene clara, pues, para él, sin importar en qué parte del mundo
se esté y la cultura que se tenga, lo usual es hacer uso de los afluentes como
botadero de desechos. “Cuando se tiene un río lo normal es llevar a él las
aguas residuales. Actualmente, primero deben llegar a un sitio para su
descontaminación para, ahora sí, descargarlas en el afluente. Cuando no se
tiene río el problema es mayor porque se tienen que realizar procesos de
incineración que son bastante complicados”, explica.
Sea por facilidad o porque no hay alternativas, parece que contaminar
ríos es inherente a la humanidad. Sin embargo, es un error creer que es un
problema actual. Desde que las primeras ciudades se asentaron en las riveras de
los cauces se supo que habría que intervenirlos para desarrollar la vida de
forma más amena. Medellín, y lo que después sería toda el área metropolitana,
no es la excepción, pues la precaria rectificación que se le hizo sirvió como
base para el desarrollo urbanístico que conocemos hoy en día.
Desde los inicios de la ciudad el río fue un límite muy claro para la
construcción y el desarrollo de Medellín. Cuando por fin se pudieron construir
los primeros puentes que resistieran los embates de las aguas, el dinamismo de
la urbe afloro y las industrias comenzaron a asentarse en la rivera.
Con el pasar de las décadas, el río fue perdiendo calidad en sus aguas,
pero ganando contaminación hasta que en 1992 se creó el Instituto para el
Manejo Integral de la Cuenca del Río Medellín y sus Quebradas Afluentes – Mi
Río – que buscaba resarcir el daño ambiental.
Aparte de limpiar las quebradas y el cauce, la entidad se encargaba de
recopilar material bibliográfico acerca del ambiente y la historia hidrográfica
de la ciudad. Mi Río fue liquidado en 2005, pero el archivo fotográfico que
recolectó en El río Medellín: historia grafica aún permanece intacto en la Biblioteca
Carlos Gaviria Díaz de la Universidad de Antioquia.
Si bien se ha
avanzado en la recuperación del río Aburrá – Medellín bajo la jurisdicción del Área
Metropolitana del Valle de Aburrá, y su centro de monitoreo, aún el histórico
afluente no es fuente de orgullo para los habitantes de los diez municipios con
los que limita.
Finalmente, Cardona reconoce que la gestión ambiental y la educación
para las generaciones más jóvenes es todo un reto por afrontar y que se debe
tener constancia en ello. Mejía afirma que si se logra descontaminar el río, y
tiene la esperanza puesta en que es posible, hay que mantener las multas
fuertes para que la recuperación sea efectiva y no volvamos a sortear la
situación actual. Torres concluye que es necesario estudiar la contaminación a
fondo pues solo así se podrán plantear mejores soluciones e ir recuperando la
calidad del río que, de momento, solo produce admiración en la ciudadanía
durante la temporada decembrina y que se ve abandonado, con sus riveras
desoladas, justo cuando llega febrero.